Es una empresa de generación y transferencia de conocimiento en el área de energías renovables y sostenibilidad en el campo de la Biología Vegetal.
  • Desarrollan energías renovables
  • Nace con la vocación de desarrollar energías que sean a la vez respetuosas con el medio ambiente y eficientes.
  • Incrementan la eficacia energética
  • Mediante aproximaciones biotecnológicas, SynergiaBio desarrolla productos más ecológicos y energéticamente más eficientes, y que al mismo tiempo contribuyan el desarrollo sostenible.
  • Apuestan por la innovación tecnológica
  • Gracias a la especialización de sus científicos desarrollarán nuevas tecnologías en el campo del I+D, apostando continuamente por la innovación tecnológica tanto en el área de los biocombustibles de segunda generación como en el área de las energías limpias.

Repsol es más verde gracias a Sinergia (Por M. Hernandis)

Esta firma ilicitana consigue mediante biotecnología molecular plantas que necesitan menos recursos naturales para crecer y que son capaces de producir más energía para biocarburantes. 

La preocupación por obtener cultivos energéticos eficientes llevó a Synergia a conseguir formar la única empresa española que desarrolla biotecnología molecular apoyada por una capacidad agronómica para estudiar sus avances.

 

synergiabio_sergio.jpg

Desde su base en Elche controlan las plantaciones en Almería, Albacete, Valencia y Madrid con las que abastecen a multinacionales del sector energético como Repsol y Acciona.

Para ellas manipulan las plantas, sin llegar a crear transgénicos, que consuman menos agua, resistan condiciones adversas y generen más energía para biomasa o biocombustibles. Además están investigando con otros laboratorios europeos la modificación de las paredes celulares de las plantas de forma que su tratamiento para obtener bioetanol sea más eficiente. Otra forma que tienen de ayudar a las empresas es buscando plantas que se traguen el CO2 o el óxido nitroso que expulsan.

 

Synergiabio logra ‘plantas gasolina’

Desde Elche esta empresa trabaja para los más grandes grupos energéticos del país, como Repsol y Acciona, para conseguir vegetales que aumenten su capacidad de generar energía para biomasa

El desarrollo de cultivos energéticos de segunda generación fue lo que impulsó a lanzar SynergiaBio. «Hace un par de años saltó todo el problema de los cultivos alimentarios cuyos precios se desvirtuaban por empezar a usarse para generar energía», explica su director Sergio Martín. Esa primera generación nació de las investigaciones que buscaban alternativas a los combustibles fósiles habituales.

Al principio, las propiedades de la soja, el trigo, la patata o la naranja para generar bioenergía parecían la solución ideal para los agricultores,«pero se llegaba a dar la paradoja de que gastas más energía en cultivarlo y transformarlo que lo que se obtiene finalmente». Además estaba latente el conflicto por la producción de bioenergía en lugar de alimentos, con la consiguiente subida de precios y problemas para los países sin recursos.

Por ello, la FAO, la organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación pidió que se «manejara con cautela» este tema porque «puede significar altos riesgos». Tras esta llamada de atención, los científicos aplicaron sus conocimientos a lo que se llama la segunda generación.

«Estos cultivos no son alimentarios, tienen pocas necesidades energéticas, como por ejemplo el agua», resume Martín. A estas características, se suma que pueden crecer en «entornosmarginales, terrenos poco agraciados climáticamente, lo que asegura que no se compite conel cultivo de alimentos».

«Nosotros seleccionamos los cultivos que realmente pueden tener un rendimiento energético y lo llevamos más allá porque la mejoramos genéticamente», explica el director de SynergiaBio. Así, las grandes empresas de la energía en España como Repsol y Acciona, trabajan con ellos para buscar nuevas alternativas a sus líneas de negocio.

«Somos de los muy pocos que estamos especializados en este campo», apunta Martín, a lo que Juanjo Rodríguez, director de desarrollo agrario, agrega: «somos los únicos que desarrollamos innovación en biotecnología molecular y tenemos una capacidad agronómica importante», razones que los convierten en pioneros.

«Ahora mismo estamos trabajando con unas diez o doce especies» avanza Rodríguez. «La idea es usarlas para conseguir biodiésel, bioetanol o biomasa, con lo que cubrimos todo el mercado de los cultivos energéticos», añade. Desde el parque científico de la Universidad Miguel Hernández, controlan las fincas experimentales que tienen repartidas por Almería, Alicante, Valencia, Albacete y Madrid. Labor que le compete a Rodríguez y que, a veces, no le resulta nada fácil.

Cuando las empresas les piden ayuda para montar plantaciones, «les decimos qué cultivos son los mejores para la zona que nos han señalado y cómo se podrían mejorar», señala Martín. Precisamente en ello están colaborando con Repsol, «para los que estamos desarrollando una nueva variedad que patentaremos para la producción de biocarburantes». Y aclara que «no creamos transgénicos porque la legislación de la UE no está a favor y requieren mucha burocracia para su aprobación». Por eso, «lo que hacemos es generar mutantes». Rodríguez explica que Synergia estudia las estrategias de mejoramás interesantes, «porque la generación de mutantes es más rápida para crear nuevas variedades, pues en unos dos años está lista, mientras que la tecnología tradicional de cruces puede tardar un mínimo de cinco años en ofrecer resultados».

El factor tiempo es clave en el caso de las patentes, «tenemos ya algunas en marcha pero es un proceso muy largo». El registro vegetal del Ministerio de Agricultura debe consignar las variaciones conseguidas y para ello hay que esperar a que la planta crezca y se demuestren las modificaciones realizadas.

En su caso generan los mutantes con agentes mutágenos físicos—como los rayos gamma o ultravioleta— o químicos, como el etilmentán sulfato o el dietil sulfato. Una vez tienen un cantidad suficiente de nuevas variedades, realizan screeningsde identificación de los caracteres génicos de interés. Tras marcar estos genes, preparan un programa de retrocruces hasta conseguir la limpieza del fondo genético necesaria para llevar a cabo la validación en los campos. El siguiente paso es comprobar en el cultivo exterior que la planta es y funciona como había sucedido en el laboratorio invernadero, y a continuación estudian si su propagación es mejor por semilla sintética o clonación, tras lo cual ya sólo queda el cultivo agronómico a gran escala.

Mediante el programa CellWall, que investigan junto a diversos laboratorios europeos, pretenden incrementar el rendimiento de sacarificación. «El problema con que se encuentran las empresas de bioetanol es que obtienen poco rendimiento en la extracción de las plantas», explica Rodríguez. Para elevar la eficacia de su procesamiento, trabajan en identificar y manipular los genes que modifican la pared celular, rica en celulosa. «La idea es que mediante algunas enzimas se consiga degradar esa pared para que se pueda extraer con más facilidad todo el almidón y azúcar que poseen» aclara. Este proceso empieza «partiendo de toda la biomasa de la planta, para extraer su azúcar la fermentan con unas enzimas». Esto se hace con una mutagénesis, «probamos con unas enzimas que vamos dosificando y viendo los valores necesarios».

Para empresas productoras de bioetanol, «la referente en este tratamiento, puede ser mejor que la materia prima se modifique para su enzima que no al revés».

FERTILIZAR

Chutes de CO2 para crecer

GASES EXPULSADOS.

Otra de las tecnologías en la que trabaja Synergia es el aprovechamiento del CO2 que expulsan las fábricas para que las plantas lo aprovechen. «Se trata de fertilización carbónica», como explica Sergio Martín, «las plantas necesitan el CO2, y si las regamos con él, crecen aún más». Como afirman, «es una forma muy bonita de reciclar porque conviertes el residuo en una planta». Por supuesto hay incovenientes.

El gas que expulsan las fábricas no es CO2 solamente, también existen otras partículas, ácidos y demás que perjudican a los vegetales. Por eso, es necesario colocar filtros que eliminen esos contaminantes «y también hay que saber qué planta poner, para que aproveche mejor los gases que expulse la fábrica que use esta tecnología».

De este modo, al lado de las fábricas se instalarían unos invernaderos que recibirían por canalizaciones los gases que éstas expulsan. En la actualidad está probando ya con un cliente estos métodos.

«Los primeros ensayos se harán en invernaderos y con dosis de CO2 entre 300 y 600 partes por millón», explica Juanjo Rodríguez, «en otros incorporamos gases como el óxido nitroso, para ver cómo se comportan las plantas». «Nuestra innovación radica en el uso directo del gas de refinería o de una industria química», añade. En el invernadero se usan unas canalizaciones especiales que permiten disipar el volumen de gas presente. Como medida de seguridad se instalan unos contadores que calculan el flujo de gas que se incorpora, y unos sensores informan de la cantidad presente.

En el trabajo que llevan a cabo, «la empresa suministra el tipo de gas y testeamos los vegetales con ese en específico». «Las especies que se usan en ese invernadero son todas agroenergéticas, a idea nuestra, porque la empresa no nos pide que usemos una en concreto», agrega. «Lo que a la la empresa le interesa es que las plantas absorban cuanto más CO2 sea posible», y eso es lo que pasa con las especies agroenergéticas, «que son los que más fotosíntesis C4 realizan».

Fuente: El Mundo. Innovadores.